Y su mirada no podía estar más perdida, sus pasos eran demasiado débiles como para formar un camino
Además, sus palabras eran de viento, algo así como fugaz, y cambiaban de segundo a segundo
Qué tristeza ver tanta confusión en ojos tan hermosos, en alma tan experta y hermosa
Simplemente no era capaz de caminar con sus propios pies, culpaba al resto.
Estaba sentada en su propio eje y no podía salir de ahí. Alzar los brazos y respirar profundo, no.
Caminaba entre flores y leones, miraba desde lejos la sórdida noche que venía y su cuerpo se estremecía de temor, temor. Una vez más, temor.
No fueron buenos días, ni mucho menos años, reclamaba ser nadie y todo a la vez. Pues siempre tuvo quien la amara de manera incondicional.
No podía ver más, sus ojos ya no servían, su corazón latía de manera errónea y sus labios besaban la mentira.
Se mentía a si misma, a sus pasos y su mirada, al resto, ni hablar... Tan perdida como aguja en un pajar.
Y yo, yo aquí, espero que puedas encontrar tu paz, tu belleza. A tí, y de paso a mi.
No llores.
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